domingo, 7 de marzo de 2010

Montañas blancas, arena a mares y campamento beduino, la mezcla ideal para un fin de semana cualquiera

Viaje al Desierto Blanco = panzá a bus/van/4x4 + comida/bebida caliente + acabar de arena hasta las cencerretas + música beduina + piedras blancas + risas.


Y es que estamos recién llegados del Desierto Blanco… un viaje de fin de semana en el que hemos pasado, de las 40 horas de viaje, unas 20 montados en coches. Por suerte, el viaje lo hicimos por etapas.


  1. Cairo – Bahariya: recta interminable y comida.

  2. Bahariya – Desierto Blanco: piedras, dunas, montañas, atardecer y campamento beduino.

  3. Desierto Blanco – Desierto Blanco: piedras, arena, oasis y carretera.

  4. Desierto Blanco – Desierto Negro: comida, baño y montañas con piedras negras.

  5. Desierto Negro – Bahariya: carretera, té beduino y espera por falta de gas en el país (=el beduino se ha quedado durmiendo y toca aguantarse).

  6. Bahariya – Cairo: discusión con la policía, carretera y Midan Finy a las 22.45.


Salimos el viernes tempranito y con ganas de ver el desierto y acampar por allí. Al principio, pues genial, de cháchara en la van, 1 hora, 2 horas, 3 horas… a partir de entonces… cuánto falta??? Queda mucho??? A las 4 horas y media paramos a comer, y seguimos… 1 hora, 2 horas… cuánto falta??? Queda mucho??? Por suerte al poco empezamos a ver montañas blancas, dunas de arena del desierto y piedras que supuestamente evocaban la imagen de algo diferente al nombre que le dieron en su día. A las 17.30 más o menos paramos en lo alto de unas montañas para ver el atardecer mientras los 6 beduinos que nos acompañaban montaban el campamento que nos iba a dar cobijo por esa noche.


El atardecer habría sido uno normal de no ser por el hecho de que allí no había nada de ruido, nada de luz artificial y nada de contaminación, así que conforme empezó a esconderse el sol empezó a aparecer una suave capa de estrellas como nunca antes habíamos visto, increíble. Al ratito, olor a pollo a la brasa... ummm... qué hambre! Todo el día viajando pero sin más que una napolitana de chocolate por cortesía de Sandra y un poco de pan con ensalada en el estómago.


Y qué se hace en el desierto cuando cae la noche??? Pues eso me preguntaba yo, pero poco duró la pregunta, empezó a sonar una flauta de encantador de serpientes y los beduinos se pusieron a fumar, a cantar, a tocar y a bailar alrededor de una hoguera que hizo las veces de cocina improvisada. La música local pero chula, y Ramadán bailando todo un artista el tío, un movimiento de caderas que ya quisieran muchas poder hacer! Así acabamos muchos, bailando un ratillo y luego a escuchar la guitarra española de Luis y el chuku chake chuku chuku cha eee! O similar...!


Para dormir, un minicolchón, un saco de dormir y una manta por persona, así que frío no pasamos pero estuvimos tragando arena toda la noche... arena en el pelo, en los oídos, en los ojos y hasta en los bolsillos de la ropa que estaba dentro del saco de dormir, cómo llegó hasta ahí? Misterio...


A las 7 de la mañana, Ale, Pepe y yo nos pusimos en pie. Y el Lorenzo pegando fuerte desde tempranito, joder qué calor llega a hacer en el desierto! Cuando empezó a levantarse el resto, los beduinos nos montaron el desayuno y a recoger para empezar a ver cosas, el champiñón y la gallina, un oasis, una cueva creo recordar pero sin cueva y el deseoso baño en agua con olor a azufre, jabón Lux, Pill para lavar la ropa y moho flotando por todas partes, y salir de ahí con sensación de limpieza es algo que aunque no se cómo me pasó!


Comida y vuelta a casa... llegamos a Bahariya a esperar nuestro minibus mientras tomábamos un té en una sala verde fluorescente. Cuando por fín llega el minibus y empezamos el camino de vuelta, paramos a decir que los guiris salen de Bahariya y el policía la lía parda, dice que se viene con nosotros por motivos de seguridad hasta El Cairo, y dónde se mete??? Efat estuvo negociando como si no fuera del terreno y al final conseguimos volver todos juntitos sin tener que aguantar al policía corrupto... aunque al final quienes resultaron ser corruptos fueron nuestros beduinos, que según nos contaron, como van con droga de un lado a otro se saltan los controles y nosotros no aparecíamos en ningún lugar cuando resulta que hay obligación de registrar a los guiris que entran en el desierto por motivos de seguridad... ya era mucha suerte que los beduinos fueran tan alegres y tan majos, es que había truco!

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